¿En qué consiste
el tratamiento?
El tratamiento consiste en la colocación de estos «hilos mágicos» dentro de la piel mediante una aguja muy fina y formando una especie de malla, situando algunos hilos en una dirección y otros cruzados en sentido contrario. Se los conoce así por su doble efecto, tensan y redensifican la piel gracias a la estimulación de la producción de colágeno.
Sin duda, uno de los signos del paso del tiempo que más nos preocupa a todos es la flacidez facial. Este problema estético, que afecta tanto al rostro como al cuerpo, consiste en la pérdida de firmeza de la piel causada por la disminución de las fibras de elastina y colágeno que proporcionan elasticidad y resistencia en los tejidos.
Los hilos tensores faciales nos permiten luchar contra la flacidez y reafirmar la piel estimulando los tejidos internos sin dolor ni cirugía.
Técnica
Los hilos tensores faciales están hechos de un material reabsorbible y biocompatible que se llama polidioxanona (PDO), es un tipo de sutura que se utiliza desde hace años, en cirugía cardiaca, por lo que está más que probada su seguridad. Nuestro cuerpo los reabsorbe entre 6 y 12 meses dependiendo de su grosor.
Estos van montados dentro de una cánula, que es una aguja que no tiene punta, lo que hace que su colocación sea muy poco traumática, disminuyendo mucho el riesgo de aparición de hematomas.
Una vez colocado se retira la cánula y se masajea para que las espículas se enganchen en la piel, tiramos del hilo hasta reposicionar los tejidos y se corta el sobrante.
Objetivos
El objetivo principal es conseguir un rostro bien definido y difuminar, en la medida de lo posible, los efectos de la edad.
Los resultados de este tratamiento, además, son progresivos de manera que logran un efecto lifting muy natural, no cambia la expresión de la cara tras el tratamiento y mejora la calidad de la piel.
Aunque el efecto tensor es visible desde el primer momento, la mejoría aumenta en los primeros meses cuando además del efecto mecánico se suma la estimulación de colágeno